El aire fresco de noviembre se llenó con el aroma de incienso y cempasúchil mientras Cuautepec, un barrio vibrante al norte de la Ciudad de México, se vestía de colores vibrantes y festividad para su anual Desfile de Día de Muertos. El evento, que se llevó a cabo ayer, reunió a miles de participantes en una espectacular muestra de la rica tradición cultural que envuelve esta fecha tan significativa en México y especialmente de los pobladores de Cuautepec, Gustavo A. Madero.
Los residentes y visitantes comenzaron a reunirse en Campos Revolución, del casi nuevo Cablebús, pasando a lo largo de las calles principales del barrio. La procesión dio inicio con un carro alegórico que tenía la canción de la llorona, reuniendo a los vecinos para que se unieran a la celebración.
Figuras de esqueletos articulados, Carros Alegóricos, autos, particulares y diferentes contingentes bailaban entre la multitud. Los rostros de los participantes, pintados con intrincados diseños de calaveras, reflejaban la dualidad de la muerte y la vida, una característica fundamental de la cosmovisión mexicana.
Niños y adultos, disfrazados de catrinas, catrines y de otros personajes mas modernos, desde un sencillo fantasma hasta botargas inflables; desfilaban orgullosos, luciendo trajes que mezclaban lo contemporáneo con lo tradicional, desde elegantes vestidos de encaje hasta sombreros adornados con flores vibrantes. Los músicos tocaban melodías que resonaban con los ecos de la historia mexicana, desde sones tradicionales hasta interpretaciones modernas que hacían que todos se movieran al ritmo.
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